martes, 21 de diciembre de 2010

REDACCIÓN

Mi nombre es Rodrigo, tengo 27 años y en estos momentos estoy pasando desde hace unos meses, el peor momento de toda mi vida.
Todo sucedió en año nuevo, íbamos a Galicia, a pasar unos días con la familia de mi mujer. Quedaba poco para llegar a nuestro destino, cuando un coche se nos cruzó. Tuve que hacer un giro tan rápido, que nuestro vehículo se salió de la carretera. Mi hijo, de tan solo cinco años, quedó atrapado dentro del coche, al igual que mi mujer.
Salí como pude e intenté ayudar a ambos, mi mujer falleció en el acto, pero mi hijo aún seguía con vida. Hice todo lo que pude para sacarlo del vehículo, pero cuando lo conseguí fue demasiado tarde, el pequeño falleció en mis brazos.
Hace hoy siete meses exactamente que vivo sin ellos, todo esto causa un dolor tan grande en mi corazón, que no sé si algún día podré superarlo.
Me siento sólo y perdido; no sé si podré volver a ser la misma persona que eras antes.
Todos dicen que la vida sigue, que recuerde los buenos momentos que pasé junto a ellos y que intente borrar la trágica imagen del accidente, pero todo es tan difícil.

FERNÁN CABALLERO Y JUAN VALERO

FERNÁN CABALLERO
BIOGRAFÍA:
Nació en Morges (Suiza) en el año 1796. Escritora española. Hija de un hispanista alemán, pasó su infancia en la provincia de Cádiz, y en 1805 se trasladó a Hamburgo. Tras enviudar de su primer marido, volvió a España y contrajo matrimonio con el marqués de Arco-Hermoso. Entre 1820 y 1835 redactó dos novelas en alemán.
Fallecido su segundo esposo contrajo matrimonio con Antonio Arrom, (cónsul de España). En 1849 aparecieron varias novelas suyas. Durante la década de 1850 publicó más obras.
Tras haber obtenido el favor de Isabel II y trabado amistad con los duques de Montpensier, vivió varios años en el Alcázar de Sevilla, que tubo de abandonar en 1868. La virtud más destacable de sus novelas es la movilidad de los personajes y cuadros de costumbres y la creación de una atmósfera narrativa, que hace muy amena la lectura, por sus tramas ligeras e intencionadamente ingenuas.

Falleció en Sevilla el 7 de abril de 1877.

FRAGMENTOS DE SU OBRA:

(La Gavita)

-Ya han matado una gallina para el caldo - dijo Momo; - yo he visto las
plumas en el corral.
- ¿Madre, ha perdido usted el sentido? – exclamó Manuel colérico.
-Basta, basta –dijo la madre con voz severa. – Caérsete debía
la cara de vergüenza de haberte incomodado con tu madre, sólo por haber
hecho lo que manda la ley de Dios. Si tu padre viviera, no podría creer
que su hijo cerraba la puerta a un infeliz que llegase a ella muriéndose y sin
amparo.
Manuel bajó la cabeza, y hubo un rato de silencio general.
-Vaya, madre – dijo en fin; - haga usted cuenta que no he dicho nada.
Gobiérnese a su gusto. Ya se sabe que las mujeres se salen siempre con la suya.
Dolores respiró más libremente.








JUAN VALERO

BIOGRAFÍA:

Juan Valero nació en Córdoba el 18 de octubre de 1824. Diplomático, político y escritor español. Inició estudios de Filosofía y Derecho en la Universidad de Granada. Empezó a ejercer la carrera diplomática en Nápoles junto Duque de Rivas; allí estuvo dos años y medio aprendiendo griego, allí conoció a Lucía Paladí, a quien quiso mucho y que le marcó enormemente.

Después, distintos destinos lo llevaron a viajar mucho. De todos estos viajes dejó constancia en un entretenido epistolario excepcionalmente bien escrito e inmediatamente publicado sin su conocimiento en España, lo que le molestó bastante, pues no ahorraba datos sobre sus múltiples aventuras amorosas.

En 1858 se jubiló y decidió establecerse en Madrid, donde inició una desganada carrera política: fue diputado, oficial de la secretaría de estado, subsecretario y ministro de Instrucción Pública.

En 1861 se casó en París con Dolores Delavat.

Le eligieron miembro de la Real Academia Española en 1862. Fue embajador, colaboró en diversas revistas, y se dedicó al mismo tiempo a la literatura y a la crítica literaria.

Durante sus últimos años estuvo aquejado de ceguera.
Murió en Madrid el 18 de abril de 1905.



FRAGMENTOS DE SU OBRA:

(Pepita Jiménez)

Como salí de aquí tan niño y he vuelto hecho un hombre, es singular la impresión que me causan todos estos objetos que guardaba en la memoria. Todo me parece más chico, mucho más chico, pero también más bonito que el recuerdo que tenía. La casa de mi padre, que en mi imaginación era inmensa, es sin duda una gran casa de un rico labrador, pero más pequeña que el Seminario. Lo que ahora comprendo y estimo mejor es el campo de por aquí. Las huertas, sobre todo son deliciosas. ¡Qué sendas tan lindas hay entre ellas! A un lado, y tal vez a ambos, corre el agua cristalina con grato murmullo. Las orillas de las acequias están cubiertas de hierbas olorosas y de flores de mil clases. En un instante puede uno coger un gran ramo de violetas. Dan sombra a estas sendas pomposos y gigantescos nogales, higueras y otros árboles, y forman los vallados la zarzamora, el rosal, el granado y la madreselva.